Ya estamos de nuevo empezando otro año.
Como suele ocurrir, por estas fechas nos proponemos nuevas metas, nuevos retos y nuevos propósitos… Pero ¿Qué suele ocurrir a partir de febrero o marzo?
Que nuestros buenos propósitos se van diluyendo, van perdiendo sonoridad entre nuestros pensamientos y van perdiendo color entre nuestras visualizaciones. Bien por falta de motivación, bien por falta de foco, bien por falta de plan… nos dejamos de nuevo (un año más) arrastrar por la rutina y permitiéndonos que la vorágine de la cotidianidad nos engulla. Y cuando nos vayamos a dar cuenta, ya estamos terminando junio.
Es cierto que no todo lo podemos tener bajo nuestro control; hay obligaciones que atender, hipotecas o alquileres que pagar, hijos y mayores a los que cuidar y así van pasando los días, enfocados hacia fuera. Pero sí podemos organizarnos en un tiempo adecuado a nuestra disponibilidad para dejar un espacio que ocuparemos en la consecución de nuestras metas. Si te cuesta enfocarte, mantenerte en ruta, visualizar o motivarte, diseñarte un plan de acción o disciplinarte para cumplirlo, te sugiero que contrates a un buen coach que te acompañe en la consecución de tus objetivos y que te ayude a vencer resistencias (a veces inconscientes), creencias limitantes, patrones que tengan que ver con la procrastinación, y puedas aumentar tu autoestima, la confianza en ti mismo/a, y la motivación. A través de preguntas y dinámicas aprenderás mejor sobre ti mismo/a y contribuirá a que reflexiones y a que pases a la acción.
Ahora, el único responsable de llevar a acabo el plan a través de las acciones establecidas con tu coach, eres tú.
El plan de acción debe ser concreto y con una agenda delante. Pasos y acciones concretas que semana tras semana irás cumpliendo mientras vas observando evidencias de tus avances y tus pequeños logros que te vayan indicando cuán de cerca (o lejos) estás de tu meta.
Es importante que la meta sea apetecible, motivante, emocionante, y que te ilusione alcanzarla.
Es importante que también esté bien definida y que cumpla los cinco requisitos básicos:
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Que esté formulada en positivo (enfócate en lo que quieres no en evitar lo que no quieres)
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Que tenga una fecha de caducidad. Especifica donde y cuando lo quieres conseguir, incluso con quién sí (y con quién no), esto te ayudará a ser concreto/a y a no desviarte.
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Que puedas encontrar evidencias que te indiquen que vas bien o te estás desviando: qué verás, que oirás (o te dirás a ti mismo), que notarás en tu cuerpo, qué sentirás o que estás haciendo.
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Que sea iniciada, continuada y finalizada por tí. No delegues en nadie ninguno de tus objetivos, porque entonces dejarán de ser tuyos.
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Que sea “ecológica”, esto es que el hecho de conseguirla no ponga en peligro a nadie, incluso que tengas en cuenta qué otras personas se pueden beneficiar de tu logro y cómo eso repercutirá en tu vida y en la de tus personas cercanas.
Conseguir nuestros sueños a menudo no es fácil, supone:
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crear nuevos hábitos,
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creer en nosotros mismos y confiar en otras personas (entrenadores, asesores, personal médico, etc.) y
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saber renunciar a otras cosas.
Es importante:
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la fuerza de voluntad,
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la disciplina,
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una clara visión de lo que deseas conseguir,
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determinación,
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enfoque
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cargarte de razones y motivos para evitar decaer cuando las circunstancias no son favorables y
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muchas, muchas, muchas ganas de lograrlo.